Fundación Joan Miró (España)
La Fundación Joan Miró es un ejemplo de la integración armoniosa de arquitectura, luz y arte.
La Fundación Joan Miró es un ejemplo de la integración armoniosa de arquitectura, luz y arte.
Tipo de proyecto | Espacios de ocio |
Ubicación | Barcelona, España |
Arquitectos | Josep Lluís Sert, reforma coordinada por Jaume Freixa |
Productos Roca | Lavabo asimétrico mural Tura con cubeta a la izquierda, lavabo mural Tura, grifería electrónica de lavabo L20, lavabo mural Access, dosificador de jabón o desinfectante de manos Ona-E, grifería de ducha mural Victoria Pro, maneta para personas con movilidad reducida, inodoro suspendido Roca Rimless® Tura, inodoro suspendido Roca Rimless® Access, placa de accionamiento antivandálica PL10-E One, plato de ducha extraplano de Stonex® Terran, bastidor con cisterna compacta autoportante de doble descarga para inodoro suspendido Duplo WC One, tapa y asiento con caída amortiguada Tura, asiento con fijaciones reforzadas Access, espejo basculante Access Comfort, secador de manos con sensor Public, asa de baño abatible Access Comfort, percha Superinox, dispensador mural de toallas Public, dispensador mural de papel higiénico Public, papelera Public de 6 litros, asiento de ducha abatible Access, asa de baño abatible 135° Access Comfort, conjunto de desagüe con rebosadero exterior y sifón empotrable Access, espejo Luna. |
La Fundación Joan Miró, enclavada en la colina de Montjuïc de Barcelona, es una obra maestra de la arquitectura y uno de los edificios culturales más emblemáticos de la ciudad. El museo, diseñado en 1975 por Josep Lluís Sert, amigo íntimo de Joan Miró y figura destacada de la arquitectura contemporánea, es un homenaje al espíritu creativo y lúdico del artista y a la luz y el paisaje mediterráneos.
El edificio comenzó con un simple boceto, en el que Sert imaginó un museo abierto al cielo, una arquitectura de patios y terrazas que sacaría el máximo partido a la luz y el clima de Barcelona. Su complejidad se manifiesta a través de la repetición y modulación de volúmenes geométricos simples, guiados por el sistema Modulor de proporciones armoniosas de Le Corbusier.
Construido en hormigón blanco y piedra artificial con veteado de mármol, el espacio transmite una sensación de sencillez monolítica. Su sobria paleta cromática –blanca y luminosa– refleja una identidad mediterránea y contrasta sutilmente con el verdor circundante de Montjuïc.
La luz juega un papel esencial en el diseño del edificio. Los lucernarios y las formas arquitectónicas que atrapan la luz natural, inspirados en la obra anterior de Sert, la difunden por el espacio de forma sutil e indirecta. Estos elementos dan vida a la arquitectura, suavizando las superficies y permitiendo que las obras de arte destaquen.
Desde el principio, la Fundación Joan Miró se concibió pensando en las obras de arte. Esta sensibilidad hacia el arte también tuvo que lidiar con el temprano y abrumador éxito del museo. Con más de 100.000 visitantes al año durante la vida de Sert, el edificio original tuvo que hacer frente muy rápidamente a los problemas de escala. A finales de la década de los 80, la ampliación se hizo imprescindible, no solo para aliviar la presión sobre la colección permanente, sino también para dar cabida a exposiciones temporales y ampliar los servicios.
Jaume Freixa, colaborador de Sert y una figura clave en la conservación del legado del edificio, dirigió la primera ampliación. En lugar de alterar el lenguaje arquitectónico original, optó por trabajar en continuidad, replicando el sistema de Sert de volúmenes y patios agregados para mantener el diálogo entre la arquitectura y el paisaje. Este enfoque permitió que el museo creciera de forma orgánica, respetando la claridad y el ritmo originales del edificio.
En el año 2000 se produjo una segunda ampliación, impulsada esta vez por el generoso préstamo a largo plazo de más de 30 obras del coleccionista japonés Kazumasa Katsuta. De nuevo, las intervenciones de Freixa reflejaron su conocimiento profundo del edificio como un organismo vivo. «Obedecí al edificio», comentó Freixa al describir su planteamiento de permitir que la arquitectura original guiara la evolución del museo.
La última reforma de la Fundación Joan Miró, que ha coincidido con el 50 aniversario del edificio, respeta tanto el legado de Josep Lluís Sert como las necesidades cambiantes de sus visitantes. En el corazón de esta reforma se encuentra el rediseño de los baños del museo con la colección Tura de Roca, diseñada por Andreu Carulla e inspirada en el propio edificio.
La historia de los baños del museo está íntimamente ligada a su crecimiento. Originalmente ausentes del plan original de Sert, en 1988 se añadió un núcleo central de aseos para adecuar el creciente papel del museo como destino cultural y punto de servicio público en la ladera de Montjuïc. La reforma más reciente refleja no sólo un deseo de modernización, sino también un nuevo enfoque de la accesibilidad y la inclusión, introduciendo un sistema de cabinas de género neutro en línea con la dirección progresista de la institución.
Dentro de esta transformación funcional, la colección Tura de Roca aporta una continuidad poética al espacio. Las suaves curvas de Tura y su depurada simplicidad se hacen eco del lenguaje arquitectónico de Sert, creando una sinergia natural entre el espacio y sus elementos interiores. Así como que el museo se diseñó para mejorar la experiencia del arte, la colección Tura mejora la experiencia del visitante a través de formas contemporáneas que están, a su vez, sutilmente conectadas con su entorno.
La sobria paleta de materiales de Sert pretendía enmarcar el arte sin competir con él. Del mismo modo, la colección Tura adopta este espíritu de sutil elegancia, estableciendo un diálogo tranquilo con el ritmo arquitectónico del museo, combinando funcionalidad y belleza.
Más allá de una actualización técnica, esta reforma es un gesto arquitectónico. Una reafirmación de la visión de Sert, adaptada a las necesidades actuales. En estos espacios renovados, incluso los rincones más funcionales del edificio se tratan con esmero, garantizando que cada experiencia dentro del museo –ya sea contemplar un cuadro o lavarse las manos– refleje la misma armonía de pensamiento, forma y propósito.